Mercedes-AMG demuestra que los eléctricos también se saben divertir

Un vehículo que ostenta las siglas AMG no es uno cualquiera. Hace 55 años, los ingenieros Hans Werner Aufrecht y Erhard Melcher —las iniciales de sus apellidos y la de Großaspach, ciudad de nacimiento de Hans, forman las siglas AMG— decidieron enfocar su pasión por la velocidad en crear autos deportivos de altas prestaciones, lo mismo para la pista que para la calle.

Es así que, desde 1967, los vehículos AMG están diseñados para tener una potencia mayor y un manejo único, además de un aspecto deportivo espectacular gracias a los detalles exteriores e interiores adicionales que se han convertido en objeto de deseo para quienes —como yo— aman la velocidad y la adrenalina.

En los últimos años he escuchado a cientos de colegas y usuarios repetir hasta el cansancio que “un auto eléctrico no puede ser un deportivo” y viceversa… con todo y que por años hemos visto, por ejemplo, la increíble aceleración de los eléctricos gracias a la potencia inmediata que les otorgan sus enorme baterías.

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Es así que la oportunidad de manejar el segundo Mercedes-AMG eléctrico de la historia — el primero fue el Mercedes-AMG EQS 53— representaba la oportunidad idónea para, finalmente, poder responder con argumentos la gran pregunta: ¿un Mercedes-Benz eléctrico —es decir, un Mercedes-EQ— realmente puede ser al mismo tiempo un AMG? ¿sí o no?

Hay que entender que Mercedes-AMG y Mercedes-EQ no son una división más dentro de la gran compañía alemana sino, por el contrario, son marcas que operan de modo independiente pero trabajan de la mano con Mercedes-Benz.

En términos básicos, Mercedes-EQ se encarga de producir los autos eléctricos (lujo progresivo) y Mercedes-AMG se encarga de la ingeniería, el diseño y el desarrollo de motores de alto performance (lujo de desempeño) exclusivamente para modelos —de combustión y, ahora, eléctricos—de la firma de las tres flechas.

Cada uno de estos motores está hecho a mano en la planta de Affalterbach, en Alemania, bajo una filosofía que ha puesto a AMG en el altar de los deportivos: “one man, one engine”, es decir, toda la atención de una persona está en un solo motor hasta que haya sido terminado.

A grandes rasgos, podemos afirmar que la característica más importante que distingue a un vehículo Mercedes-AMG es su motor.

En el caso del nuevo Mercedes-AMG EQE, llega en dos versiones: Mercedes-AMG EQE 43 4MATIC y Mercedes-AMG EQE 53 4MATIC+.

El primero es el modelo de entrada en la oferta eléctrica de Mercedes-AMG, mientras que el segundo, se enfoca en detalles que le dan una mayor deportividad y conducción más dinámica.

Ambos cuentan con dos motores eléctricos, uno en cada eje, pero la mágica palabra “4MATIC” nos indica que, además, cuentan con tracción en las cuatro ruedas para una conducción óptima en cualquier condición que presente el camino. Su potencia va de los 350 kW a los 505 kW —¡476 HP y 687 HP!— y, en el segundo caso, además, se puede adquirir con el paquete opcional AMG DYNAMIC PLUS y la función boost para mayor poder… si eso es posible.

Para aquellos más técnicos, vale la pena señalar que su torque máximo oscila entre los 858 y los 1,000 Nm. Este par de motores eléctricos desarrollados por AMG, desde luego, hacen énfasis en la potencia y el torque, pero, además, han sido fabricados para mantener un equilibrio perfecto entre ese aumento constante de poder, eficiencia superior y —redoble de tambores— confort acústico.

Y es que el auto integra el AMG Sound Experience, una solución de AMG en sus modelos eléctricos impulsada por una simple razón: sus autos siempre han estado conectados a las emociones y, honestamente, el sonido de un motor es uno que enchina la piel. Así que el sistema de sonido del Mercedes-AMG EQE crea una experiencia acústica única con la ayuda de bocinas especiales, un acentuador de tonos graves y un generador de ondas que ayudan a darle vida al vehículo y que se adaptan al tipo de conducción, o bien, pueden funcionar como lo desee el conductor, tanto adentro como afuera.

Por si no fuera suficiente, varios componentes del motor están hechos de cerámica de alto rendimiento, también exclusivos de AMG. Así que eso de que “un motor eléctrico no puede tener el perfil de un auto deportivo” es totalmente falso… y absurdo.

TEST DRIVE EN EL PARAÍSO

Alsacia es una región francesa que se ubica en la frontera con Alemania y Suiza. De hecho, el aeropuerto de Basilea, el más importante de la región, tiene tres salidas de pasajeros según el país al que te dirijas. Aunque no tan extensa, la zona destaca por tener varios tipos de climas que permiten el desarrollo, por ejemplo, de una fuerte industria vinícola, famosa en el mundo por ofrecer los exquisitos vins d’Alsace. Además del abundante verde en los paisajes, las ciudades y los pueblos de esta región muestran una arquitectura por demás interesante, con una mezcla de influencias alemanas y francesas.

La ruta de manejo me lleva por diversas carreteras de dos carriles y de pavimento perfecto. Encuentro de todo: curvas exigentes, rectas seductoras y carriles que se hacen angostos sin previo aviso.

Por momentos llueve fuerte y por instantes hace un calor que me hace soñar que estoy a unos pasos del Mediterráneo. Son el lugar y las condiciones idóneas para probar un auto eléctrico como el Mercedes-AMG EQE y comprobar cómo se comporta en diversas circunstancias.

Por suerte, me han asignado el más potente, el Mercedes-AMG EQE 53 4MATIC+. En cuanto al diseño exterior, a primera vista se nota que es un vehículo que nació con identidad propia. Es decir, no es “una copia del Mercedes-Benz clase E pero eléctrico”, por el contrario, tiene una estética particular y envidiable que destaca por una silueta de líneas que forman un arco casi perfecto, de la parte frontal a la trasera. Es claro que fue cuidadosamente modelado, con ángulos suaves y transiciones muy naturales.

Desde luego, en el exterior no pueden faltar elementos característicos de AMG. De entrada, el color spectral blue metallic es de su gama especial, mientras que la enorme parrilla “Panamericana”, también exclusiva de AMG, luce espectacular con el toque de pánel negro de Mercedes-EQ que integra magistralmente la estrella de Mercedes y las letras “AMG” en conjunto con incrustaciones verticales cromadas. Además de su aspecto futurista, esta parrilla resguarda mucha de la tecnología de asistencia al conductor que hace de este auto uno de los más seguros en la historia. Como toque final, la defensa frontal combina el color del vehículo con un panel negro de alto brillo y molduras cromadas que resaltan las atractivas tomas de aire.

La parte posterior es igual o más cautivadora: integra sutilmente las luces con el diseño de la carrocería para conectar ambos extremos, mientras que el largo spoiler que cruza toda la cajuela es el toque perfecto de AMG para brindarle un espíritu deportivo.

La defensa trasera, a diferencia de la delantera, está dominada por un panel negro que acentúa el perfil de un auto con todas las credenciales para estar en pista. Y eso de que “le hacen falta los escapes para que sea un auto poderoso” es otra tontería: un vehículo eléctrico no necesita escapes para su funcionamiento y el diseño se alteraría con tal de complacer ideologías anticuadas.

Los rines de aluminio son otra maravilla. Más allá de las 21 pulgadas que generan un look imponente, el diseño con 10 brazos, exclusivo de AMG, les da un toque dinámico en movimiento y uno muy estilizado al detenerse.

El equipo de diseño también se lució al acomodar las dos baterías de última generación que utilizan estos modelos, las cuales han sido ajustadas específicamente para repartir el peso en estos modelos AMG.

Son tan avanzadas que en los modos de conducción Sport y Sport+, por ejemplo, la atención de las baterías se centra en la potencia, mientras que en el modo Comfort, en la autonomía.

Otra de las ventajas de estas baterías son los cortos tiempos de carga. En estaciones de carga rápida —se conecta en la parte posterior izquierda— bastan 15 minutos para obtener energía suficiente para recorrer 180 kilómetros.

Además, si se activa la Navegación con Inteligencia Eléctrica, la batería se precalienta o se enfría durante la conducción para alcanzar la temperatura óptima con el objetivo de realizar una carga rápida en cuanto se conecte al cargador.

No menos importante: estas baterías destacan por su durabilidad, no por nada tienen una garantía de hasta 10 años o 250 mil kilómetros. Nada de escuchar eso de que “los autos eléctricos contaminan más que los de gasolina y son dañinos para el medio ambiente”: otro mito de los que se resisten al estilo de vida sostenible.

VERSATILIDAD DEPORTIVA

La noche del primer día de manejo no puede terminar mejor, con una cena en el restaurante JY’s del chef Jean-Yves Schillinger, de dos estrellas Michelin.

El lugar está integrado en el lujoso hotel L’Esquisse, en el centro de Colmar, un poblado que debe estar en la bucket list de cualquier viajero que se respete. En su cocina, Schillinger combina sabores locales con toques internacionales aunque quizá sobresale más por la cuidadosa presentación de cada platillo.

Luego del manjar, la energía para el segundo día de manejo ha sido renovada por completo. Llega así uno de mis momentos favoritos al evaluar un auto: el interior, más aún si se trata de uno al estilo AMG.

Lo primero a resaltar son los asientos que lucen el emblema AMG y están tapizados en piel con microfibra punteada que subrayan, junto con las costuras en tono contrastante, su gran espíritu deportivo.

El volante es de mis elementos favoritos. Se trata de un AMG Performance con un llamativo diseño que integra diversos botones que emulan —con toda proporción guardada— los sistemas en los autos de carreras.

Basta apretar un botón para seleccionar entre los cinco modos de conducción AMG: Individual, Slippery, Comfort, Sport y Sport+ —si mal no recuerdo, en esta experiencia el 90% del tiempo manejé en modo Sport+—.

Eso de que “el interior de los autos eléctricos es minimalista y aburrido” es otro mito que debe terminar: el interior de un auto AMG es el de un deportivo, sin importar el motor que lo impulsa.

Otra maravilla de este coche es la enorme pantalla conocida como hyperscreen que, en realidad, está conformada por tres pantallas unidas en un único panel que da la sensación de ver una sola pieza.

En realidad es un detalle opcional que integra funciones específicas de AMG para la información y el entretenimiento, quizá no tan necesaria pero absolutamente hipnotizante: hasta el copiloto tiene acceso a varias funciones que controlan la comodidad de todos al interior, como el sistema de luces que es un show visual único.

Claramente, Mercedes-AMG está definiendo las reglas del futuro deportivo automotriz y su oferta de productos estará enfocada, cada vez más, en modelos impulsados por baterías eléctricas, como estas dos versiones del Mercedes-AMG EQE.

Con toda seguridad, hoy puedo responder la pregunta inicial: sí, un auto eléctrico puede ser un increíble auto deportivo… y un AMG siempre será un AMG.