El Q50 es uno de estos autos que tienen lo que debe tener: buena potencia, terminados, espacio, prestigio y, por supuesto, tracción trasera. Pero cuando un fabricante mejora sus productos incluso cuando no se necesitan, es cuando detectamos que su futuro promete. Fue el caso con este excelente sedán nipón, que recibió más poder y la segunda generación del sistema de dirección más avanzado del mercado.
Cuando llegue a México a mediados del este año, el Q50 estará poniendo en las manos del consumidor nacional el más equipado, poderoso y rápido Infiniti. Primero porque bajo el cofre habrá una máquina 100% nueva, un V6 Twin Turbo con 3.0 litros y 400 caballos de fuerza. Pero también porque el DAS (Direct Assisted Steering) llega a su segunda generación ofreciendo mayor rapidez de respuesta y un mucho más amplio abanico de opciones para que el conductor elija el modo que mas le agrade.
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Si la vista ya nos había enamorado del auto, el oído fue el segundo sentido en hacerlo, tan pronto como pulsamos el botón de encendido. Poco a poco fuimos conduciéndolo primero por las anchas freeways, luego por caminos secundarios tan solos y agradables que nos permitió mirar hacia los lados para estar seguros de que no había nadie -mucho menos alguien vestido con traje de policía- y acelerar si no a fondo, a menos lo suficiente para sentir que la respuesta es estupenda en la aceleración, pero mayor aún en la recuperación, es decir, cuando ya vas en movimiento pero presionas firme el acelerador para hacer un rebase. La dirección, que actúa sin conexión física con las ruedas, no es simple de asimilarse, pero una vez que lo hacemos tenemos un sistema que es a la vez más rápido y cómodo que las convencionales.
Sí, el Infiniti Q50 es un buen auto. Ya nació así. Pero en unos pocos meses, será aún mejor.
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