Entusiasta de la aviación y veterano de Vietnam, Jack Bally decidió en 1999 que crearía una réplica de un icónico avión, el bombardero Boeing B-17 Flying Fortress, una copia tan exacta -aunque a una escala 1: 3- que de hecho puede volar.
El proyecto tardó 17 años en completarse, pero cualquier apasionado en la aviación dirá que este arduo trabajo vale completamente la pena cuando el avión es increíblemente similar y se levanta de la pista.
El proyecto hecho en casa de Jack Bally
Habiendo construido varios aviones antes, Jack Bally supo desde el inicio que la creación de su mini-bombardero necesitaría de mucho tiempo y lo tomó, exactamente 17 años.
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El avión, que lleva como apodo Bally Bomber, tiene un fuselaje remachado de aluminio, tren de aterrizaje retráctil y una envergadura de 10.6 metros y aunque es prácticamente fiel al diseño del B-17 original, la cabina es considerablemente más grande que el resto del avión 1: 3 para que una persona pudiera ir en su interior.
Con el apoyo del ingeniero espacial Don Smith, Bally adaptó los planes de un avión B-17 R/C a escala 1: 9 para hacer su modelo más grande y apto para volar.
El avión de construcción totalmente casera está propulsado por no solo uno, sino cuatro motores bóxer Hirth F-30 de dos tiempos y cuatro cilindros refrigerados por aire. Cada uno produce 60 HP para una potencia total de 240 HP.
El Bally Bomber realizó su vuelo inaugural en 2016 e hizo su primera aparición en un espectáculo frente a una audiencia en el evento aéreo AirVenture 2018 de la Asociación de Aeronaves Experimentales de Oshkosh, Wisconsin.
Desafortunadamente, Jack Bally pasó más tiempo construyendo está replica que disfrutándolo en el aire. El veterano falleció el verano pasado, sin embargo, su trabajo, en particular el bombardero, quedará para la posteridad como uno de los aviones construidos en casa más impresionantes del mundo, además de continuar volando gracias su nuevo propietario que lo llevará al espectáculo AirVenture de este año.
Con información de Robb Report USA