En 1998 Carrie Bradshaw, el personaje que interpretaba Sarah Jessica Parker en Sex and the City, se volvió un ícono de la moda, estilo y sofisticación neoyorquina. Carrie era la nueva imagen de la mujer moderna en busca del amor con una debilidad por los brunchs en el Upper East Side, cócteles Cosmopolitan y, por supuesto, zapatos Manolo Blahnik.
Por años vimos a Carrie tener experiencias religiosas con sus “Manolo” pero, ¿quién era el hombre detrás de ellos? ¿Acaso sabía el efecto que tenía no solo sobre Carrie, sino sobre mujeres y hombres de todo el mundo?
Hoy en día usar un par de Manolo Blahniks es un sueño para muchos pero, cuando era joven, el diseñador de origen español jamás pensó que terminaría por convertirse en el referente más importante dentro del mundo del calzado de lujo. De hecho, cuando Blahnik comenzó a diseñar zapatos hace 50 años lo hizo casi por accidente.
Manolo Blahnik nació en las Islas Canarias, un paraíso tropical ubicado cerca de la costa de Marruecos donde su familia poseía una plantación de plátanos. Durante su infancia, a Manolo le encantaba pasear por los extensos y desolados paisajes de la isla que nunca fallaban en maravillarle por su belleza. Años más tarde, estos mismos escenarios servirían como inspiración para algunos de sus diseños más icónicos.
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La fascinación por decorar los pies tanto de personas como animales comenzó a desarrollarse durante sus años de niñez. Se dice que cuando Manolo estaba solo solía crear pequeños zapatos con las envolturas de aluminio que reciclaba de sus barras de chocolate para ponérselos a las lagartijas de su jardín que, sin saberlo, se convertirían en sus primeros modelos.
Al crecer la costumbre de crear zapatos había desaparecido, para Manolo eso solo habían sido un juego de niños. Sin embargo, su buen gusto y creatividad siempre se mantuvo presente. Aunque sus padres querían que fuera un diplomático y lo enviaron a Suiza a estudiar política y leyes, Blahnik decidió cambiar su carrera a literatura y arquitectura.
Después de su graduación, Blahnik descubrió que su sed por crear arte no estaba satisfecha, así que optó por mudarse a París con tal de atender al École des Beaux-Arts del museo Louvre. Para financiar sus gastos, consiguió trabajo en una boutique de ropa vintage.
Muy pronto Manolo comenzó a adentrarse en los círculos exclusivos dentro de la escena artística parisina. Ahí fue donde conoció a Paloma Picasso, hija del célebre pintor con el mismo apellido, quien terminó por convertirse en una de sus mejores amigas.
Un día, mientras trabaja en una pintura inspirada por una escena de la obra de Shakespeare, “Sueño de una Noche de Verano”, Paloma le presentó a Diana Vreeland, editora de la revista Vogue y directora del Met Costume Institute. En otras palabras, la Anna Wintour de la época.
Vreeland se percató de un par de tacones decorados con hiedras y cerezas en los bocetos que Manolo había creado para el personaje de Hipólita, protagonista de la obra. La editora se enamoró del diseño y le dijo: “¡Joven, quédate con tus extremos y haz zapatos!”. Manolo, no tuvo que meditarlo ni un segundo.
Decidido a crear su propia línea, Manolo comenzó a educarse visitando diversas fábricas italianas de zapatos y entrevistando a artesanos acerca de su oficio. En 1969, se mudó a Londres e inauguró su primera tienda en la exclusiva zona de Chelsea.
Su experiencia en arquitectura y arte fueron muy útiles para crear sus primeras colecciones que pronto captaron la atención de las socialités que paseaban por el área.
Para 1971, Manolo Blahnik creó zapatos para una de las pasarelas de Ossie Clark, uno de los diseñador más reconocidos en la Inglaterra de aquel entonces cuyos diseños definieron en gran parte el estilo de los años 60s.
Las hermosas y sofisticadas creaciones elaboradas a mano por Manolo pronto atrajeron a grandes personalidades como Bianca Jagger, Rupert Everett, David Hockney e incluso Anna Wintour.
Desde sus inicios Manolo jamás ha sido de los que siguen las tendencias de la época; él es quien las crea. Sus diseños siempre se caracterizaron por salirse de lo tradicional sin jamás olvidar un sentido de sofisticación, elegancia y excelencia que encantaron a clientes de todas partes.
El diseñador ha transformado sin cesar el estilo de la mujer y es a quien se le atribuye el introducir el delicado tacón stiletto a los armarios de miles de amantes de la moda en busca de adoptar un estilo mucho más refinado y femenino.
En 1983, Manolo se propuso conquistar América y llegó a Nueva York con una tienda en West 54th Street. Puesto que para aquel entonces Anna Wintour ya era una fanática de sus zapatos, no tuvo problema en ayudarle a convertirse en uno de los hombres más cotizados dentro de la industria de la moda.
Con ayuda de Wintour, Manolo trabajó creando zapatos para la colecciones de Izaac Mizrahi, Oscar de la Renta y Calvin Klein. Para aquel entonces Blahnik ya no era un diseñador amateur intentando adentrarse al mundo del calzado de lujo, sino uno de los nombres más prestigiosos dentro de él.
El éxito de Manolo no disminuyó ni por un segundo, en 1990 recibió el premio del Consejo de Diseñadores de Moda Americanos y el reconocimiento al mejor diseñador de accesorios por el Consejo de Moda Británico.
En el 2007, sus zapatos aparecieron en la película “María Antonieta” de Sofía Coppola, la cual ganó el Óscar a mejor diseño de vestuario. El mismo año, la Reina Isabel II le concedió el honor de nombrarlo Comandante del Imperio por su contribución a la moda británica.
Hoy en día, incluso con todo su éxito, Manolo no se ha visto tentado a cambiar su modo de trabajo ni consolidar un imperio de producción masiva.
Cada día, Blahnik dibuja nuevos meticulosos diseños cuya rigurosa creación luego supervisa de cerca en las diferentes fábricas italianas donde se le puede ver pasear con una bata blanca y un pañuelo de seda guardado en el bolsillo y cuidando que cada detalle refleje la belleza de sus preciadas Islas Canarias donde ahora las lagartijas corren sin Manolo Blahniks.