Aunque sabemos que Tucson, Arizona, pertenece a Estados Unidos, hay algo que hace que los mexicanos nos sintamos identificados con él; quizá se deba a que históricamente ha pertenecido más tiempo a México que lo que lleva como estado norteamericano, al espíritu binacional que se siente en aire o a que muchas de sus propuestas (ya sea ecoturísticas, culturales o gastronómicas) nos recuerdan a casa. Sí, Tucson es una ciudad que además de ser creativa y divertida, es incluyente y muy muy hospitalaria, sobre todo para quienes amamos comer. Aquí hay cinco características y proyectos que la hacen una ciudad deliciosa en todos los sentidos.
La variedad ante todo
Pocos lo saben, pero Tucson fue nombrada la Primera Ciudad Creativa de Gastronomía por la UNESCO en Estados Unidos; algo que se ganó a pulso, ya que su propuesta es tan variada que los visitantes pueden encontrar desde cerveceros, vinicultores, chefs, panaderos, hasta restaurantes galardonados con el premio James Beard (algo así como los Oscar de la gastronomía) o puestos de tacos o hot dogs sonorenses envueltos en tocino.
La historia de la localidad está marcada por el ir y venir de culturas, desde indios nativos, españoles, mexicanos y migrantes del medio oriente (que llegaron cuando comenzó la construcción de la vía férrea que unía a Nueva Orleans) que le dieron esa variedad de opciones.
Sabores eclécticos
Los chefs creativos de Tucson han aprendido a mezclar todos los elementos que convergen en el estado para construir una escena gastronómica distinta y emocionante. Precisamente, para la chef María Mazón (nominada a los James Beard Awards y próxima participante en Top Chef USA) eso representa Boca Tacos, su proyecto en la ciudad que ofrece una interpretación de los típicos tacos y los transforma en lo que ella llama “tacos con smoking”. Cada una de sus propuestas refleja ese carácter binacional que la caracteriza, pues aunque nació en Tucson, fue criada en Navojoa, Sonora, y su cocina local busca representar los sabores de su infancia por medio de la incorporación de ingredientes como el chile chiltepín, la sal de Yavaros o el mole (que lo usa acompañando a una coliflor asada con curry). Sentarse en Boca Tacos también es estar frente a siete o diez salsas creativas y atrevidas, como una edición especial de balsámico, chiltepín y habanero que dejó añejar durante un año en una barrica de mezquite de la destilería de Del Bac y que comprueban ese espíritu ecléctico de la cocina de Arizona.
Sentido de comunidad
La historia de Don Guerra recuerda mucho esos sueños por los que miles de personas deciden buscar una oportunidad en Estados Unidos. Don decidió abrir una panadería en la cochera de su casa y ser “el panadero de la comunidad” que todos los días ofrece piezas frescas basadas en una economía verde local y en el trabajo en equipo. El concepto de Barrio Bread une todo el ciclo, desde la siembra-cosecha del trigo blanco de Sonora (que durante un tiempo estuvo extinto en la región y que después de mucho tiempo y del arduo trabajo de especialista pudieron revivirlo), la enseñanza del oficio de panadero a todo aquel que quiera aprender a hacer productos con esos granos, hasta la venta y distribución.
De hecho, Don ha trabajado con refugiados iraníes de la zona para enseñarles a hacer su típico pan Naan con el trigo autóctono con el que él trabaja y los ha ayudado a establecer sus negocios, poniendo así el ejemplo de lo que para él significa el ADN de su proyecto: no quedarse el know how, sino enseñar a crear. Con más de 30 años de experiencia haciendo pan, Don Guerra también fue nominado a los James Beard y es considerado uno de los 10 mejores panaderos de todo Estados Unidos.
Ideas innovadoras
Para Stephen Paul el mundo del whiskey se quedaba en las copas que disfrutaba. Nunca imaginó que, en una parrillada, a su esposa se le ocurriría la idea de maltear cebada e con madera de mezquite —un árbol endémico del Norte de México y de Arizona, y material base de su tienda de muebles, Arroyo Design— y naciera así el proyecto Whiskey Del Bac, una destilería que presume ser casa del primer single malt nativo del Sonora Desert y pionero en el uso de esa madera para el secado de la cebada (único grano utilizado para su elaboración). Hasta el momento cuentan con cuatro etiquetas: Dorado, Classic, Distiller’s Cut y Old Pueblo, cada uno con una personalidad marcada. Desde hace más de una década, él y su hija dirigen el proyecto que ha colocado a Tucson en la escena de los destilados locales, pero con calidad mundial.
Un espíritu de cooperación mutua
La relación entre México y Estados Unidos va más allá de una cuestión política, nos unen los hilos de la comida, algunos rasgos culturales y los ingredientes productos que podemos compartir entre nosotros. Esto lo tienen bien claro Dough y Amy Smith, fundadores de Exo Roast Co. y El Crisol, un bar de mezcal.
Los lazos entre nuestro país y Dough tienen una larga historia; años atrás, Doug vino a hacer investigaciones antropológicas con pequeños productores indígenas de Guerrero, ente ellos la cooperativa de mezcal Sanzekan Tinemi, y cafetaleros de Puebla, con quienes comercializa directamente el café que vende en su tienda. Su proyecto mezcalero tiene un alma detrás, cultivar y restaurar variedades de agave tradicionales, pero también brindar educación, colaboración y construcción comunitaria con los productores, lo que se traduce en una cooperación sin fronteras (al comprar allá, se beneficia acá).
Todos estos proyectos confirman que los pilares de las experiencias gastronómicas de Tucson vienen del corazón.
Si quieres conocer la amplia oferta de experiencias que tiene Tucson, puedes visitar su sitio y armar tu plan para tus próximas vacaciones.