Dom Ruinart 2010, el Blanc de Blancs donde se unen innovación y tradición

En su constante búsqueda por la excelencia, Maison Ruinart presentó Dom Ruinart 2010, un Blanc de Blancs que marca un punto de inflexión en lo que la marca venía haciendo durante años, siendo una botella que une los caminos de lo antiguo con lo innovador.

Dom Ruinart 2010 no puede ser mejor descrito que como la expresión más lograda de un gran Blanc de Blancs.

Algunas de las características que hicieron especial esta añada fueron los inviernos muy fríos del 2010, un verano temprano y un agosto lleno de lluvias, esto le dio al chardonnay, la mayoría escogido de la Côte des Blancs y Montagne de Reims, una intensa riqueza.

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Dom Ruinart 2010, un champán excepcional

Una de las partes fundamentales de este cuvée excepcional recae en dos prácticas tradicionales que alguna vez fueron comunes: la recuperación del corcho durante el proceso de crianza y el degüelle manual.

En 2010, Ruinart decidió sustituir los tapones de corona de metal por corcho, así que después de alcanzar su máximo potencial pasados 10 años el corcho se suma a la experiencia de sabor aportando un perfil amaderado y tanto en nariz y boca aromas a almendra tostada y café.

En nariz se abre con notas florales y empolvadas de iris, unidas a notas minerales de roca húmeda. Las notas tostadas y especiadas dominan luego con un delicado e intenso macis de nuez moscada, avellana tostada y almendra, además de un toque de café.

En la boca, los aromas de hojas de higuera se mezclan con notas de té negro y especias frescas. Finalmente, el vino se desarrolla con un final fresco elevado por un elegante amargor.

Después de dos años de investigación y desarrollo, Maison Ruinart revolucionó su packaging con un nuevo estuche ‘Segunda Piel’ que sustituye las cajas unitarias.

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Fotografías: Ruinart

La nueva envoltura de tiza ofrece una nueva interpretación de esta innovación. El tacto es suave como la tiza, con relieves y hendiduras entrecruzadas, como talladas directamente en la roca calcárea.

Una marca dorada aplicada a mano realza el carácter, así como un discreto grabado de 1729 en el botón de cierre que indica en legado de Ruinart, la primera casa de champán del mundo.