Dom Pérignon libera un vino guerrero con la cosecha de 2005

A principios de este año, en una fresca noche de primavera en Barcelona, una multitud ansiosa y sedienta se reunió afuera del Mercado Palo Alto, la capital catalana, una antigua fábrica robusta envuelta por los intensos tonos rosas y morados de una buganvilia trepadora. Justo después de que se hubieran escurrido las última gotas de la luz del día, las pesadas puertas de la estructura industrial se abrieron y permitieron la entrada de los mecenas, sobrios y silenciosos.

Esperaban la oscuridad y una docena de atriles con espejos, en cada uno se encontraba una botella de Dom Pérignon y una sola copa. Una vez que cada invitado reclamara un atril, una serie de divisiones cóncavas descendieron del techo al ritmo de una música etérea. Sin distracciones ni mayores indicaciones, los mecenas, aislados en el interior de sus relucientes salas privadas, no tenían más que hacer que servirse copas de la nueva cosecha 2005.

A pesar de la inauguración desenvuelta de Dom Pérignon, la nueva cosecha de la casa de Champagne es producto de un año de infames dificultades. Una temporada de calor inusual interrumpida por lluvias tardías y que después se complicó con la presencia de Podredumbre Gris (Botrytis cinerea), hizo que muchos productores abandonaran toda la cosecha de 2005…

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Por: Jackie Caradonio