Casa Madero Malbec, el más joven de los muchachos

La suerte de la uva Malbec en México ha sido, cuando mucho, incipiente. La mayoría de nuestros enólogos han volteado a verla sin demasiado interés. Todavía hace un par de años la Guía Catadores del vino mexicano podía decir algo tan escueto como esto: “En México la hay en Baja California, Zacatecas, Aguascalientes y Querétaro. Aunque los resultados aún no son notables, van por buen camino.” En 2016 la Malbec ha avanzado, pero no a pasos agigantados. La usamos en mezclas, por esa generosa cualidad suya de aportar un profundo color, amplios taninos, complejidad y una muy particular nota de ciruela a los vinos. (Mezclas mexicanas favoritas con apuntes de Malbec: Ícaro y Ala Rota, ambas de Vinos y Terruños; enólogo: Jose Luis Durand.) Entre nosotros es más raro pero no imposible encontrarla sola, como protagonista exclusiva de un vino; pensemos en los Malbec de Casa Bayolán y Vinícola Emevé, en el Malbec “boutique” de LA Cetto, en el Malbec Edición Limitada de Monte Xanic. Y ahora, por supuesto, en el Casa Madero Reserva Malbec, el más joven de los hijos de esta bodega en constante proceso de concepción, gestación y alumbramiento.

El nacimiento de casi todas las cepas del mundo está más o menos perdido en la historia de la agricultura. Suele ser alimentado por leyendas, verdades y características míticas. El de la uva Malbec no es distinto. Hay quienes dicen que proviene de un ayuntamiento entre dos uvas prácticamente desaparecidas: la Magdelaine Noire des Charantes y la Prunelard. También dicen, legendariamente, que la Malbec obtuvo su nombre de un campesino húngaro que la diseminó por varias partes de Francia. Es una de las cepas tradicionales para mezclas en Burdeos (junto con Cabernet Sauvignon, Merlot, Petit Verdot), mientras que en Cahors todos los vinos tintos tienen, por ley, al menos 70 por ciento de Malbec. Liberada de las ataduras del viejo mundo, es la estrella tinta casi negra de la viticultura de Argentina, donde ha encontrado una casa en que ejercer sus oscuros sortilegios.

Pero volvamos a México, a Coahuila, a Parras, a Casa Madero y su inquebrantable innovación. El Malbec es acaso el mejor vino de su línea reserva. Es serio y juguetón, es elegante pero un poco ladino, como George Clooney. En nariz es franco, de elevada intensidad; sus aromas podrían agruparse así: 1. cerezas, ciruelas, blackberries; 2. vainilla, regaliz, pimienta; 3. tostados, humo, roble. En boca su ataque es suave, amable, aunque el paso de los segundo revela un firmísimo andamiaje de taninos. Es corpóreo pero nunca empalagoso. Es feliz. Se podrían tomar una botella completa de un jalón. Es más: les ordeno que lo hagan.

(www.madero.com.mx/)

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Por: Alonso Ruvalcaba