La incansable búsqueda de un hombre que creyó en la existencia de un legendario maestro capaz de capturar la esencia de las personas en las gotas del mezcal, destapó un buen día un codiciado secreto que trae hasta nuestros días y nuestras copas un destilado hecho para compartir y generar complicidad.
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El restaurante The Palm sirvió de marco para la presentación del mezcal Cómplice.Esa es, grosso modo, la leyenda que de forma romántica explica el origen del Mezcal Cómplice, una opción relativamente nueva en el cada vez más competido mercado de los elíxires provenientes del agave oaxaqueño.
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“Empezamos hace cuatro años con lo que fue el desarrollo de la marca. Nos llevó un buen tiempo conseguir los registros que te pide El Consejo Regulador del Mezcal y hace apenas un año que arrancamos con la distribución”, comentó el director General y fundador de esta casa productora, Julio Fernández, un oaxaqueño orgulloso de su tierra y de su producto, sin igual.
Feliz por el reciente ingreso de sus botellas a La Europea, para una mejor distribución a nivel nacional y con planes de llevar su bebida a países como España y Estados Unidos, el empresario visitó la Ciudad de México para presentar oficialmente, las cuatro variedades de que dispone actualmente: Cómplice de aventura (espadín joven), Cómplice de amor (espadín reposado), Cómplice de éxito (espadín añejo) y reserva especial, con cuatro años en barrica que está a punto de salir al mercado, en marzo del próximo año.
En dicha presentación, que tuvo lugar en el restaurante The Palm del hotel Presidente Intercontinental de Polanco, se pudo disfrutar de una cata excelsamente dirigida por el sommelier Nicolás Nolck del grupo hotelero, quien puso en valor las cualidades de algunas de las variedades que se producen ya.
Pero también hubo oportunidad de revivir la leyenda que dio origen a este brebaje, mediante la proyección de un cortometraje animado que se proyectó en la inmediaciones de un tráiler que se transformó, expresamente para esta ocasión, en una cómoda sala de cine, donde no faltaron las palomitas para botanear con el mezcal.
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Una vez fuera de la improvisada sala, la degustación cobró un nuevo nivel de creatividad a través de la preparación de diversos cocteles, donde se fusionaron colores y sabores con el fin de transmitir distintos grados de complicidad, como la que hay detrás del romance, la aventura o la revelación de un secreto.
Fue, sin duda, la noche en que se vio cristalizado el sueño de un hombre, Don Julio, quien empezó, por hobbie, añejando un poco de destilado en una barrica de uso personal y terminó, asociado con el maestro mezcalero, Don Ignacio Martínez, creando una marca que busca hacerse de un lugar entre la constelación de etiquetas que están poniendo de moda, con mucha dignidad, el tradicional y mexicanísimo mezcal.