Portugal apenas parece pertenecer al continente europeo… una parte de sus tierras se aferra a la península ibérica y la otra, al mar y la aventura. En ese sitio, los lusitanos hicieron su hogar y nombraron a Lisboa su capital, también conocida como la Ciudad Blanca. Por allí pasa el río Tajo, protagonista de cientos de fados y escenario que engalana las vistas del Olissippo Lapa Palace, una joya hospitalaria que pertenece a la colección The Leading Hotels of the World y que ofrece a los viajeros experiencias high-end con la reconocida calidez portuguesa.
Su nombre no es mero capricho, pues en 1883 fue adquirido por el Conde de Valenças, que transformó lo que fuera una casa familiar perteneciente al vizconde de Porto Covo en un verdadero palacio con detalles obra de destacados artistas de la historia de Portugal, como los hermanos Rafael y Columbano Bordalo Pinheiro, y que hasta la fecha se mantienen —incluido cierto mobiliario de algunas habitaciones, los azulejos y las pinturas de las paredes y los techos del salón de baile original (hoy Sala Columbano)—. La propiedad pasó por diferentes dueños hasta que llegó a manos de Olissippo Hotels & Resorts quienes lo adaptaron y remodelaron para hacer la estancia de lujo que es hoy en día.
Las 109 habitaciones se distribuyen en tres diferentes secciones: Palace Wing/Tower Room, Garden Wing Room y Villa Lapa; todas ellas fueron redecoradas con mobiliario, textiles, lámparas y espejos de origen portugués, y exponen distintos estilos que van desde art decó y colonial, hasta neoclásico y de Algarve, una oferta que los gustos variados de los huéspedes agradecerán.
En todas ellas, destacan la porcelana Vista Alegre, una casa lusa que desde 1824 se distingue mundialmente por su exquisita manufactura, y el aroma hecho a la medida por Gabriella Pozzi de la casa perfumista Helleboro, que inunda todos los espacios; esta fragancia, llamada Eau de Portugal, se basó en una antigua receta del perfume que usaba la reina María Pía de Saboya (consorte del rey Luis I) y que Pozzi adaptó para darle un toque fresco y elegante, pero al mismo tiempo moderno, claramente perceptible en las notas de grosella, mandarina, naranja, violeta, manzana, melocotón, cedro y musgo.
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Los amantes de la comida mediterránea encontrarán en Lapa Restaurant los platillos para satisfacer sus antojos, desde las recetas clásicas de otras partes del continente hasta comida típica del país, como sardinas, bacalao (que, se dice, tiene más de 365 formas de prepararse), lechón, feijoada y el imperdible pastel de Belém (una tartaleta de crema que es emblema de la repostería lusitana). El menú cambia cada temporada siguiendo la idea del chef de ofrecer productos del día. En el bar Río Tajo, aparte de un Oporto y música en vivo de piano, se puede disfrutar alguno de los 42 tés traídos de India, China, Vietnam y Japón; si se busca algo más íntimo, las opciones del room service también son seductoras; no sólo te pueden llevar el desayuno, también tienen disponibles snacks fríos, ensaladas y caviar osetra iraní con la guarnición tradicional de blinis o pan tostado con crema fresca.
Aparte de las albercas —una interior y otra al aire libre, donde se encuentra Le Pavillon, un restaurante con cocteles únicos, iced teas hechos en casa, sándwiches, pescados y mariscos—, sus instalaciones incluyen un gimnasio completamente equipado, salones para eventos sociales con diferentes capacidades, baño y sauna turcos, un spa con tratamientos corporales diversos para todos los gustos, desde shiatsu o reflexología, hasta aromaterapia o masaje con piedras calientes, que te hacen alcanzar la mayor relajación.
Con estas experiencias, Olissippo Lapa Palace demuestra que es un palacio no sólo de nombre, sino también de la hospitalidad llevada a otro nivel.