Es bien sabido que el whisky es un elixir que no sólo se produce con el fin de acompañarnos, solo, en los mejores momentos, sino también como maridaje para potenciar el sabor de las comidas y hasta para enfrentar episodios complejos.
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Si no lo creen, vale la pena dar una leída a aquellas decisiones importantes y acertadas que tomó Winston Churchill como primer ministro de Gran Bretaña. En aquellas situaciones de tensión siempre estuvo acompañado de un buen vaso de scotch.
Muchas son las firmas que abundan en el mercado, pero pocas son las que tienen la historia que presume The Dalmore, que comenzó en 1839 en Highlands, al norte de Escocia -zona reconocida por tener los mejores cursos de agua-, donde Alexander Matheson comenzó a escribir las primeras páginas de la vida de esta firma.
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Y así fue hasta 1886, cuando la familia Mackenzie compró la marca e incorporó a su personalidad el logotipo distintivo que permanece hasta hoy en día.
Si hay algo que diferencie a The Dalmore del resto es que ésta es la primera destilería que tuvo el proceso de añejamiento multibarricas. Además, también se aventuró a añejar por primera vez un whisky durante 12 años, antes de que to- das las marcas estandarizaran esta edad.
Dentro de la amplia oferta de esta casa se encuentran diferentes añejamientos, todos ellos con un paso por barricas de exbourbon de roble americano blanco; así es como obtiene una base de vainilla y notas de miel, entre otras características.
También hay edades de 15, 18 y 25 años, pero uno que se ha vuelto el favorito de los amantes de este espirituoso es el Cigar Malt Reserve, que madura en barricas de roble americano y de Jerez Matusalem Oloroso, para después pasar a reposar en toneles de vino Cabernet Sauvignon, que le dan el cuerpo perfecto y el toque final a un sabor sin precedentes.