Un cielo abierto, despejado y un sol que caía a plomo configuraron un escenario perfecto para el día que McLaren preparó para sus clientes e invitados.
La armadora británica decidió trasladar toda su potencia y espectacularidad a un entorno ideal para liberarlas a plenitud. El sitio elegido fue el Autódromo Internacional Miguel E. Abed (AIMA), en Amozoc, Puebla, cuyas instalaciones justificaron por completo la decisión.
Alrededor de las once de la mañana, una nutrida y fantástica caravana formada por integrantes de la compañía, pilotos, clientes e invitados comenzó a presentarse en el AIMA, todos a bordo de imponentes automóviles que robaban miradas -tanto como más tarde el rugir de sus motores arrebataría el aliento-.
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Luego de dar la bienvenida a los asistentes y el necesario proceso de registro, dio inicio la parte más esperada por los amantes de la velocidad que McLaren convocó: la hora de desatar a las bestias en la pista llegó.
La adrenalina y el entusiasmo de los pilotos se percibía en el aire conforme se organizaban los hits y el ambiente alcanzó el punto máximo cuando se dio el banderazo de salida y los autos comenzaron a recorrer el circuito del AIMA.
Presenciar en primera fila el espectáculo de la furia liberada de los motores cimbrando el autódromo, con las asombrosas carrocerías de cada vehículo cortando el aire, resultó memorable para los asistentes, que esperaban con impaciencia su turno para ponerse tras el volante de sus máquinas y recorrer a toda velocidad la pista.
El rugido de los motores, el chirrido de los neumáticos y el silbido del aire atravesado por las bellezas como el McLaren 600LT se unieron para formar un soundtrack más que adecuado para un track day emocionante al máximo.